Si bien su horizonte temporal es tan sólo anual, los Presupuestos Generales del Estado para 2011 no pueden tratarse sólo desde un punto de vista meramente coyuntural. Es esencial afrontarlos también con una perspectiva de medio y largo plazo, con el objetivo claro de un fuerte ajuste fiscal de naturaleza estructural. Si no se adopta este planteamiento, varios riesgos amenazan la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas. En concreto, unos bajos ritmos de crecimiento real, un desempleo persistente y una subida de los tipos de interés pueden desembocar en una escalada del endeudamiento público (deuda pública/PIB) y del servicio de la deuda difícilmente soportable. Sin embargo, factores políticos influyen negativamente en la adopción creíble de un enfoque como el que hoy es necesario para el ajuste de nuestros graves desequilibrios:
- Se supedita la aprobación del proyecto gubernamental exclusivamente a acuerdos políticos sobre cuestiones diferentes de los propios presupuestos, relegando el principal criterio con que deberían juzgarse: su adecuación a las necesidades de la economía española.
- Nos encontramos con el desgastado capital político de un gobierno que primero negó sistemáticamente la existencia de la crisis y después retrasó la adopción de medidas, creando además desconcierto con anuncios de políticas luego no concretados en la práctica. Con un desorbitado e ineficiente gasto nos situó en los elevados niveles de déficit público que tanta carga suponen; e incumplió los compromisos asumidos en sus propios presupuestos anteriores. El resultado ha sido un empeoramiento de lacoyuntura y una mayor duración de la crisis, que hacen más difícil recuperar la confianza perdida.
Frente a esos condicionantes, contamos con las exigencias y supervisión de la Unión Europea, …