El Círculo de Empresarios presentaba hace ahora más de diez años una propuesta para la transición de nuestro sistema de pensiones hacia un esquema de capitalización. No cabe duda de que, desde entonces, se han producido cambios relevantes. En el plano económico, España ha experimentado, hasta hace unos meses, el periodo más prolongado de crecimiento sostenido de la historia reciente. Asimismo, hemos asistido al inesperado impulso demográfico que la intensa inmigración ha alimentado. De la mano de ambos fenómenos, el aumento de la demanda y de la oferta de trabajo ha hecho posible un excelente comportamiento del número de cotizantes a la Seguridad Social, propiciando su superávit y la acumulación de un cuantioso Fondo de Reserva. La conjunción de estos elementos ha hecho que no se cumplan las proyecciones a corto plazo que se hicieron una década atrás acerca de la situación de la Seguridad Social. Ahora bien, los problemas a largo plazo que entonces se preveían mantienen hoy toda su vigencia como proyecciones razonables para las próximas décadas. En concreto, el envejecimiento de la población es un proceso imparable que se manifestará en España con mayor intensidad que en los países de nuestro entorno. Esto añadirá una presión creciente sobre el sistema de pensiones: aumentarán de manera continua las tasas de dependencia, incrementándose el porcentaje de población pensionista y reduciéndose el de población en edad de trabajar (y de cotizar). Incluso los inmigrantes llegados a España, que en años recientes han dado un respiro a la demografía española, se sumarán a esa presión por su concentración en las cohortes de edad más amplias de nuestra población, que son las que precisamente se jubilarán en 30 ó 40 años.