Guía para entender Alemania

Publicado en el diario El Mundoantoniooportodelolmo

Antonio Oporto es Secretario General del Círculo de Empresarios

(Recomendada para germanófobos recientes y emigrantes ilustrados)

La crisis económica de la Eurozona está afectando negativamente a la percepción recíproca que se tienen alemanes y españoles. Este artículo  pretende acercar la realidad alemana al lector español por parte de alguien que se educó en las dos culturas a fin de contribuir al entendimiento y la armonía entre estos dos países. Pista I: Un alma mestiza: romana y bárbara El estrato mas profundo de lo alemán es el mestizaje entre lo romano y lo bárbaro. El Imperio Romano fue capaz de romanizar Hispania y la Galia, sin embargo, en Germanía se quedó a medias. El «limes» o frontera romana partió aquellos territorios en dos, romano y latinizado de un lado, bárbaro de los dos. Así pues Alemania, romana y bárbara, se debate entre la fascinación por la razón del mundo clásico y la proverbial rudeza de los aniquiladores de lo romano.

Pista II: Un híbrido cristiano: católico y evangelista En pocos países de Europa ha jugado la religión un papel tan destacado en su historia como en Alemania y en España, especialmente en los últimos quinientos años y más a partir de la fractura de la cristiandad que supuso la reforma luterana. La República Federal Alemana surgida de la Segunda Guerra Mundial era ya un híbrido cristiano equilibrado, de católicos y evangelistas. La Alemania reunificada lo es de clara mayoría evangelista y minoría católica,  con casi, casi la misma frontera que entre territorios romanizados y no.  Alemania, patria de Lutero y Benedicto XVI, goza de armonía cristiana, tras siglos de conflictos con pátina religiosa, incluido tristemente el XX. Pista III: Luto por una leyenda negra Los grabados de Goya sobre los horrores perpetrados por las tropas napoleónicas los vieron pocos ojos. La Primera Guerra Mundial se fotografió y se vio en los periódicos de Occidente. La Segunda se filmó y se vio en los cines de todo el mundo. La del Vietnam, se televisó al mundo entero. La silenciosa permisividad con el nacionalsocialismo al que no votaron libremente dos tercios de los alemanes en 1932, atenaza aún el alma de los alemanes, que van camino del siglo penando y haciendo propósito de la enmienda de su «Konformismus». Hace poco un semanario alemán, DIE ZEIT, llevaba a su portada una foto de Hitler con una expresiva pregunta como gran titular «Wann vergeht Vergangenheit?» (¿Cuando pasa el pasado?). El negro de las leyendas es más implacable cuanto más recientes son, cuanto más audiovisuales son, y cuanto más verdad son, las tres se cumplen desafortunadamente en el caso alemán. El negro es también el signo del luto, la bandera alemana es la de las pocas en el mundo que tiene una franja horizontal de ese color. La gestión política, económica y cultural de los últimos sesenta y siete años de la leyenda y su luto agota a las viejas generaciones de alemanes y subleva a las nuevas. Pista IV: Alemania no es occidental Alemania nunca fue occidental hasta 1951, cuando se instaura la actual República Federal. Los prusianos inventaron  políticamente Alemania desde el Este en 1871.  Alemania se hizo Estado desde Berlín; Bonn fue un simple paréntesis para volver a gestionar desde Berlín el complejo equilibrio geoestratégico de Alemania en la encrucijada de los cuatro puntos cardinales de Europa. La gran y reciente  proximidad de España con la Alemania Occidental de Bonn, por las intensísimas relaciones económicas y políticas, puede que despiste a alguno, pero que nadie se llame a engaño. Alemania históricamente ha sido por origen oriental y por vocación central en Europa. Que la reunificación viniera seguida de ampliaciones de la Unión Europea hacia el Este debe considerarse como parte de un mismo proyecto estratégico. El eje París Bonn/Berlín es un reciente antídoto de mutua conveniencia para compensar la secular centrífuga oriental y la centrípeta. Pista V: El que paga, manda (proverbio catalán) Alemania y sus encarnaciones previas en la historia son unas consumadas especialistas en empezar de cero. La Bundesrepublik  nació clínicamente castrada en lo militar, con  la agricultura oriental perdida, las infraestructuras y las fábricas destruidas, las ciudades en escombros y la población estadísticamente diezmada. El llamado milagro económico (Wirtschaftswunder) hizo de Alemania una gran potencia económica con su Deutsche Mark por bandera,  sin ser ni potencia política ni militar. Desde la reunificación el contribuyente alemán paga la subvención de la agricultura atlántica a ganaderos franceses, carreteras a las regiones pobres Italia, programas sociales en Polonia y Chipre, la interminable factura de Alemania Oriental incluyendo la retirada de las tropas soviéticas o el mantenimiento de tropas estadounidenses en su territorio. El hartazgo del contribuyente es justificable, pero es siempre muy emocional y manejable. Después de 57 años desde 1956, Alemania es más consciente de lo que paga, repara o lo que sea, que de lo que cobra. Un viejo proverbio catalán dice que el que paga, manda. Alemania no es una excepción, se aprovecha y manda en la Eurozona. Pista VI: Alemania no es euroescéptica. ¿Hasta cuando? Alemania ha sido siempre contribuyente neta del club europeo, y de momento, casi sin rechistar. Los partidos políticos alemanes tienen que arbitrar entre unos poderosos lobbies empresariales de profundas e interesadísimas convicciones europeístas, y una opinión ciudadana con creciente hartazgo fiscal y vecinal. Los ciudadanos sí votan, los lobbies no. La gran pregunta es hasta cuando no será Alemania euroescéptica, porque hoy no lo es. La solidaridad fiscal es de difícil gestión política cuando los que invitan y no pagan  son extranjeros. El día que surja un partido bisagra con al menos un 10% del electorado y beligerante en lo fiscal, y la expresión «los euroescépticos alemanes» inunde los titulares informativos se entrara en una nueva fase de lo que eufemísticamente se llama «la construcción europea”. Pista VII: La nueva Alemania: cosmopolita y verde La Alemania de la postguerra ha evolucionado hacia una sociedad más abierta, tolerante y cohesionada por dos  vectores que han revertebrado la sociedad alemana, la asimilación de lo anglosajón y el ecologismo. Lo anglosajón ha aportado tolerancia, multiculturalidad y una cierta relajación de la proverbial rigidez asociada a lo alemán. Además ha sido una nueva argamasa para cohesionar lo alemán frente al mundo, generando así una nueva Alemania más cosmopolita. Alemania fue uno de los países en los que más hondamente caló la revolución ecologista o verde iniciada en los 70. Alemania se ha entregado a esta causa ecologista con el mismo furor con que abrazó la reforma luterana hace cinco siglos. El reciclaje de materiales, las energías renovables o el consumo masivo de productos orgánicos, no son moda sino valores nuevos asumidos ampliamente por el conjunto de la ciudadanía que se han incrustado en la aún joven alma de Alemania.

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